PODODERMATITIS PLASMOCITARIA FELINA. UNA VISIÓN ACTUALIZADA.

Autora: Laura Ordeix Esteve
Lda. Vet., MSc., PhD., Dipl. ECVD, EBVS® Especialista Diplomado Europeo en Dermatología Veterinaria, Jefa del Servicio de dermatología de la Fundació Hospital Clínic Veterinari – UAB y Profesora asociada del Departament de Cirugia i Medicina Animals de la UAB.
En este artículo, Laura Ordeix Esteve nos repasa las características clínico-patológicas así como el diagnóstico y tratamiento de la pododermatitis plasmocitaria felina (PPF). Una entidad inmunomediada que, si bien es infrecuente, representa un patrón de reacción cutáneo específico de la especie felina con probablemente diferentes causas desencadenantes.
La pododermatitis plasmocitaria es una enfermedad infrecuente de los gatos1,2. Sin embargo, tiene dos características que la hacen una entidad muy interesante. Por un lado, se trata de una condición muy específica de la especie felina pues no existe una situación clínica parangonable en el perro. Esto puede sugerirnos que o bien la causa es algún evento que sólo sucede en los gatos, o bien el modo en el que el organismo reacciona a la misma causa es diferente entre las dos especies. Por otro lado, esta condición suele presentarse como un episodio único, y los gatos afectados raramente presentan cuadros recurrentes. Esto puede sugerirnos que la causa desencadenante está relacionada con un evento puntual.
Etiología y Patogenia de la Pododermatitis Plasmocitaria.
Desafortunadamente se desconoce la etiología y patogenia1,2 de la pododermatitis plasmocitaria. Esta enfermedad se caracteriza típicamente por una marcada infiltración de células plasmáticas en el tejido adiposo y dermis de las almohadillas plantares/palmares del gato. Las células plasmáticas son linfocitos B maduros que se activan y segregan anticuerpos, normalmente en respuesta a una estimulación antigénica, como una infección o un proceso inflamatorio1. Además, esta condición suele estar asociada a una hipergammaglobulinemia y responde al tratamiento inmunomodulador por lo que se sugiere una disfunción del sistema inmunitario como patogenia más probable1.
La localización de las lesiones en las almohadillas puede sugerir un contacto estrecho con un estímulo externo como causa de la enfermedad. Se han investigado muchos organismos infecciosos como agentes causantes de la PPF, pero no se han encontrado asociaciones claras3,4. Existen evidencias que sugieren que los retrovirus pueden ser desencadenantes importantes de esta enfermedad5,6. De hecho, los datos publicados sugieren tasas de positividad al virus de la inmunodeficiencia felina (FIV) del 44 al 63%3,7. En un caso se identificó el FIV en las células inflamatorias mediante inmunohistoquímica (IHC)5. En otro caso se describió una asociación con el virus de la leucemia felina (FeLV) también mediante IHC6.
La edad de los gatos afectados oscila entre los 6 meses y los 12 años y pueden ser de cualquier sexo o raza, aunque generalmente son gatos comunes europeos los más afectados1,7.
Clínicamente, la pododermatitis plasmocitaria se caracteriza por el reblandecimiento y tumefacción de las almohadillas1,2,7. En la mayoría de los casos, hay más de una almohadilla afectada. Típicamente, las almohadillas afectadas suelen ser las metacarpianas o metatarsianas centrales, aunque las digitales también pueden verse afectadas. Las almohadillas tumefactas, se ablandan en el centro, son muy rosadas o incluso a veces de color violeta púrpura con estrías blancas (Fotos 1-2).



En los casos más graves aparece una ulceración con herniación del tejido adiposo inflamado subyacente (Foto 3-4). En algunos gatos se observa cojera asociada probablemente por dolor, linfoadenomegalia, fiebre o apatía1,2. La infiltración plasmocítica se ha descrito ocasionalmente en otras regiones además de las almohadillas, como en la mucosa oral (estomatitis plasmocitaria) o en el puente de la nariz que se presenta tumefacto, firme con o sin ulceración1,8,9 (Foto 5-6).



Diagnóstico de la Pododermatitis Plasmocitaria.
El diagnóstico de la PPF es bastante clínico pues su aspecto es muy característico. En ocasiones el granuloma eosinofílico puede ser considerado un diagnóstico diferencial, así como algunos granulomas infecciosos (especialmente fúngicos) o neoplasias, sin embargo, estas enfermedades suelen causar lesiones solitarias y no en varias almohadillas como en la PPF.
Delante de la sospecha clínica de una PPF felina será recomendable realizar una prueba de cribado para las infecciones retrovirales así como un análisis hematológico y bioquímico sérico y un análisis de orina, pues también se ha descrito un gato con glomerulonefritis inmunomediada y amiloidosis renal concomitantes1.
Para confirmar el diagnóstico será necesario realizar la toma de biopsias cutáneas de una almohadilla afectada bajo anestesia general. Esto es así, porque el examen citológico por aspiración con aguja fina suele ser difícil de realizar correctamente en un animal consciente y poco conclusivo al contener frecuentemente material hemático. Sin embargo, si la muestra es adecuada, podrían observarse un gran número de células plasmáticas (células ovoides con un núcleo excéntrico y una zona perinuclear pálida correspondiente al aparato de Golgi).
El examen histopatológico mostrará una dermatitis y paniculitis de perivascular a difusa superficial o profunda, con un infiltrado de células plasmáticas maduras, algunas de las cuales pueden presentar cuerpos de Russell, una acumulación intracitoplasmática de material eosinófilo que representa inmunoglobulinas1 (Foto 7-8).


Actualmente el tratamiento de primera línea es la doxiciclina (10 mg/kg o 25 mg/gato) administrada diariamente y por vía oral hasta que el aspecto de las almohadillas sea normal, lo que a veces puede llevar 10 semanas3,10. El efecto beneficioso probablemente esté relacionado con sus propiedades inmunomoduladoras, sin embargo, no se puede excluir un efecto antiinfeccioso debido a su actividad antibiótica. La doxiciclina produce una remisión completa en un tercio de los gatos y una mejora de las lesiones en el 80%3,10.
Algunos gatos requieren un tratamiento continuo con doxiciclina, mientras que otros sólo requieren un tratamiento esporádico. Si no se obtiene una respuesta favorable a la doxiciclina otras opciones como la prednisolona o la dexametasona orales a dosis inmunosupresoras o la ciclosporina oral pueden ser una alternativa. La escisión quirúrgica puede ser una última alternativa para aquellos casos con una única almohadilla afectada que no responden a los tratamientos inmunomoduladores1.
El pronóstico suele ser bueno, excepto en aquellos casos de glomerulonefritis inmunomediada concomitante o amiloidosis renal o hepática subsiguiente1. En algunos gatos, el trastorno se resuelve espontáneamente sin tratamiento1.
Referencias
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